TINKA |
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Llegaron al poblado montados en una cebra mansa cuando una flecha pasó por encima de sus cabezas, el niño reconoció el arma que pertenecía a su tribu y se apresuró a imitar dos veces el rugido de un león y el grito de un babuino como contraseña. Poco a poco, los cazadores iban saliendo. Tinka, muy emocionado fue al encuentro de su padre quien le contó que habían fracasado en su búsqueda. Entonces, los Makololos les propusieron ir a vivir a sus tierras donde el agua y la caza nunca faltaban |